Un joven escritor, casi adolescente, me pregunta inquieto temas sobre el concurso de novela Alfaguara. Me da espanto pensar en sus intereses ligados a un objetivo como ganar un concurso; primero, digo, hay que amar el oficio. Y apasionarte mucho con él porque es el único premio que te dará escribir. Yo a su edad estaba más preocupado por leer y saber de literatura que por ganar premios y concursos. Ni sabía ni me interesaban: leer era el paraíso y eso bastaba. Ahora que todo el circuito literario se encamina a una sana aunque a veces estéril competitividad yo pienso en cuántos premios copés ganó Vallejo, cuántos premios nobel ganó Borges, cuántos premios alfaguara ganó Verástegui, cuántos premios planetas ganó Verlaine... Primero hay que cultivar el amor al arte, el rigor y la constancia; lo demás llega por añadidura. La pasión, ese fuego, es el que debemos encender. Ese fuego, que no tiene precio, es el premio del arte.
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